La página me mira con descaro,
esperando que algo decente
la llene, que mis palabras
no sean insulsas,
que mi día sea más interesante
que un café con hielo y música en
una mañana nublada.
La página en blanco se ríe de mí
y de mi placentera existencia.
Y escribo, a pesar de sus burlas.
Y mi inocua mañana
me llena el alma.
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