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Foto del escritorJone Vicente Urrutia

De poderes y letras

La primera vez que la notó fue mientras caminaba por su casa. Era como una especie de sombra que poblaba los rincones más instintivos de su mente. Una sombra que la seguía sobre su cabeza en todo momento. Una sombra que, al girarse, desaparecía. No era capaz de verla, pero la sentía ahí.


Por fin, tras unas horas de sentirse incómoda, mientas se lavaba los dientes, levantó la mirada y ahí estaba: una letra sobre su figura cansada. Se frotó los ojos, incrédula, pero allí seguía: claramente delineada en una tipografía sencilla, la letra “A”.


Levantó su mano para tocarla, sin pensar realmente que fuera capaz de hacerlo. Por eso, cuando notó el frío y duro tacto de la letra, se estremeció. Su palpable sorpresa pareció despertar a la letra, la cual, como si de una bacteria se tratara, se dividió, formando ahora una palabra: “LA”.


Asustada, despegó su mirada del espejo y vio que las letras, que levitaban ingrávidamente, se multiplicaban cada vez que una ola de nervios recorría su cuerpo. Ya formaban palabra y media: “LA PRIME”.


Trató de calmarse. Agarró la primera palabra y le sorprendió lo mucho que pesaba en su mano. Tal vez podría usarse de arma arrojadiza. Mientras examinaba las dos letras, se dio cuenta de que cada una de ellas podía despegarse y usarse de manera individual. Devolvió la letra “L” a su sitio, sobre su cabeza, y la letra se quedó levitando como si nada hubiera cambiado. La letra “A”, la primera que había aparecido, sería sujeto de sus experimentos.


Cerró su temblorosa mano, notando las puntiagudas esquinas de la letra clavarse en su piel. Tomó un respiro y la lanzó con fuerza contra su bañera.


¡¡¡BOOM!!!


El susto que el estruendo de la explosión había causado en ella hizo que varias palabras se unieran a las que ya estaban flotando: “L PRIMERA VEZ QUE LA NOTÓ”.


La revelación de tener granadas levitando sobre su cabeza, cual espada de Damocles, no ayudaba a calmar sus nervios, y, por tanto, cada vez más y más letras aparecían sobre ella. Eran ya una frase completa: “L PRIMERA VEZ QUE LA NOTÓ FUE MIENTRAS CAMINABA POR SU CASA”.


Tenía que encontrar una manera de calmarse o pronto su casa estaría llena de letras explosivas narrando su día. Se sentó en el sofá y encendió la televisión.


Se han reportado casos de esta nueva enfermedad, popularmente conocida como “el Don” en todas las comunidades autónomas. También hay casos confirmados en diversos países, como Inglaterra, Estados Unidos o Francia. Las autoridades instan a la población a mantener la calma. Si se tienen sospechas de haber contraído la enfermedad, por favor, reportadlas. Las autoridades también enfatizan que no se abuse de los superpoderes adquiridos por la enfermedad.


El Don. Eso podía explicarlo todo. Desde luego, esto no era lo que uno imaginaría cuando pensaba en superpoderes. ¿Dónde estaba la capacidad de volar? ¿dónde quedaba su invisibilidad? ¿sus rayos láser en los ojos?


Sin embargo, tal vez podría aprender a controlar las frases que surgieran sobre su cabeza. Tal vez llegaría un día en que solamente un par de letras la acompañaran; las justas para poder andar segura por la calle de noche. Tal vez incluso aprendería algo sobre sí misma al leer lo que su subconsciente escribía acerca de sus sentimientos. Tal vez esta enfermedad abriría una ventana de posibilidades en su vida.


Pero primero, lo primero: tendría que decidir un nombre de superheroína.

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