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Mermay día 31: Galaxia

Cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. Los humanos habían ganado sin que ninguna sirena pudiera hacer nada para evitarlo.


Así que sólo quedaba huir. Pero, ¿a dónde? Todos los mares estaban ya fuera de su alcance. Parecía que ese sería el final de las sirenas.


Nadie sabía qué hacer… hasta que Ligeia rompió el silencio:


—¿Por qué no vamos al cielo? Mi hermano y yo estuvimos destinados allí hace unos años y, aunque era aburrido, se vivía bien.


Y ahí estaba: la solución a sus problemas en boca de una insignificante joven sirena.


La propuesta se aceptó con recelo y nerviosismo, pero nadie tenía una sugerencia mejor.


Así que, cuando las sirenas abandonaron el mar por el cielo, no todas lo hicieron convencidas. La noche se llenó de estrellas descontentas que formaron galaxias, a la espera de volver algún día a los mares y vengarse por fin de los humanos.

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