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Foto del escritorJone Vicente Urrutia

Febfairy día 11: Comida

—Cada día te superas más, Marjory.


—Gracias, padre.


—Ven aquí.


La niña se giró para mirar la grotesca figura de su padre comiendo descuidadamente, con una avidez voraz, sin preocuparse por masticar debidamente. Se acercó dubitativamente, tratando de enmascarar sus emociones; tratando de no delatar el asco supremo que sentía hacia ese hombre.


Su padre la agarró de la cintura y la sentó sobre su regazo. Mientras comía, posó una grasienta mano en el pecho, que ya comenzaba a destacar en el cuerpo de la niña.


Marjory cerró los ojos y dejó a su padre hacer lo que quiso. Pero en su cabeza ya había tomado una decisión.


Cuando su padre marchó al bar, la niña fue a la cocina. Abrió la despensa y observó al hada que la había estado ayudando a cocinar.


—No puedo seguir así. La comida me está quedando excesivamente rica. Mi padre está demasiado feliz.


—Entonces podemos cambiar los polvos de hada.


—¿Se puede hacer eso?


—Claro. Las hadas tenemos control total sobre la función de nuestros polvos. De la misma manera que puedo hacer que la comida sepa mejor, puedo hacer otras cosas más interesantes.


Marjory entendió perfectamente a qué se refería el hada. Por fin podría liberarse de las sucias garras de su padre.


No podía esperar a la hora de la cena.

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