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Febfairy día 13: Mensajera

—Hada Suprema, Hadas del Tribunal, el caso es sencillo: la acusada, Melpómene, abusó de su estatus de musa repetidamente, con alevosía y conocimiento de causa.


» Señorías, sus crímenes hablan por sí solos y tienen nombres propios: Gérard de Nerval, Mariano José de Larra, Heinrich von Kleist… la lista sigue. Es un desfile macabro de hombres excelsos, que dejaron este mundo a destiempo, incitados por los mensajes trágicos enviados por la acusada.


» Las pruebas son irrefutables. Tenemos los mensajes plantados en la cabeza de estos escritores. Pensaban que seguían a su musa a la inmortalidad y en realidad estaban siendo engañados.


» Nada más que añadir, Señorías.


—¿Cómo se declara la acusada?


Melpómene, ricamente ataviada, de severa mirada, se levantó lentamente. No había nada que le gustara más que tener poder sobre los demás. Le encantaba hacerse esperar.


—Me declaro culpable de inocentemente creer que los hombres tenían libre albedrio; de creer que sabrían distinguir entre una idea y su aplicación. Yo les di inspiración: conmigo lograron la fama. Si mis ideas fueron demasiado poderosas para tan débiles mentes, no es culpa mía.


—No hay más que hablar. El Tribunal se reunirá a las 10 para dar el veredicto.

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