Febfairy día 21: científica
- Jone Vicente Urrutia
- 21 feb 2021
- 1 Min. de lectura
—La ciencia, mi pequeña aprendiz—comenzó Teslio con una sonrisa en los labios—es la clave para entender la vida. Todo es ciencia, y la ciencia lo es todo…
El hada joven lo miraba con admiración y reverencia; escuchando cada palabra como si fuera la clave para entender el mundo. Estaba fascinada con el sermón que Teslio predicaba. Había en la ciencia un aspecto cuasi-religioso, místico, que le atraía hipnóticamente.
O tal vez era su maestro quien le atraía; no estaba segura. La absoluta confianza que el hada mayor rebosaba era irresistible para su aprendiz. Estaba completamente a su merced. Haría cualquier cosa por complacerle.
—Y por eso a veces tenemos que dejar la ética en la puerta del laboratorio. —Finalizó Teslio, con un destello travieso en los ojos. —¿Alguna pregunta?
La joven aprendiz se dio cuenta de que realmente no había estado escuchando las palabras de su maestro. Sus mejillas y alas se sonrojaron, mientras trataba de ocular su vergüenza sacudiendo la cabeza.
—Perfecto. Me alegra ver que no tienes reparos. La ciencia es una amante exigente. Ve apuntando sus signos vitales. No te preocupes si alguno muere: simplemente anótalo. ¡Ah! E ignora sus gritos y sus súplicas. Los humanos se vuelven desesperantes cuando miran a la muerte a los ojos.
Dicho esto, el científico la dejó sola, sin saber exactamente lo que se esperaba de ella. Se acercó al balcón que miraba a una celda, y entonces los vio. Cuatro humanos, desnudos, enchufados a monitores, cada uno sufriendo un tipo diferente de tortura.
La ciencia era una amante exigente.
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