Fue un destello en el espejo lo que le llevó a sospechar que había algo extraño en ella. Fue cosa de un segundo, y, sin embargo, cambió su autopercepción completamente.
De repente, nada de lo que conformaba su mundo tenía sentido. Su reflejo le devolvía una imagen desconocida, una figura extraña, sin luz en los ojos. Sí—se dio cuenta mientras seguía con su investigación— probablemente los ojos eran el problema. A veces, con luz tintineante; otras, completamente muertos.
No sabía exactamente qué pasaba con ellos. ¿Habían cambiado de color desde la última vez que se miró al espejo? No estaba segura. Pero esos ojos no eran suyos.
De pronto, una idea cruzó su mente, rápida como el destello que había levantado sus sospechas. La absoluta rotundidad de la idea la golpeó como un martillo, despejando cualquier duda que pudiera surgir de ella.
Si estos ya no eran sus ojos, solo había un curso a seguir.
Alzó en su mano un cuchillo y con meticulosa precisión, lo clavó en el ojo.
No hubo sangre, ni dolor. Solo la confirmación de lo que ya temía. Un mecanismo accionado. Una cara robótica tras la piel. Y unos ojos que nunca fueron suyos.
Comments