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Mermay día 16: Hielo

Sus movimientos son precisos, seguros, como si hubiera realizado la misma acción miles de veces. Hay una especie de ciencia exacta en la manera en que mueve sus manos. Son diestras, ágiles, competentes.


Ejecuta los cortes con presteza. No hay tiempo que perder. Los gritos ahogados de su víctima son una melodía macabra que acompaña cada profunda incisión. Si sigue así la va a matar.


No parece importarle, porque sigue cortando, llenando sus manos de sangre a medida que el tiempo pasa.


Los gritos se van acallando.


Cuando llega a la cola, la sirena ya está muerta.


Anota algo en su cuaderno con decepción. Y entonces me mira.

—Ya es hora de irte descongelando. ¿Durarás más que tu amiga?

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