—Y este es mi centro de operaciones.
—¿Este lugar?
—Sí… ¿qué pasa? ¿no te gusta?
—Esto… sí, claro, está muy bien.
—No te gusta.
—No he dicho eso.
—Pero lo has pensado. Se te nota decepcionada a la legua.
—Simplemente me esperaba algo más… ya sabes… superheroico.
—¿No te parece suficiente esta magnífica cueva?
—Sí… o sea, está muy bien… es muy… amplia.
—¿Pero…?
—Pero es solamente una cueva, Aquaman. No tienes nada más que rocas y la entrada marina.
—¿Qué más necesitaría?
—Hmm… no sé… Batman tiene ordenadores y pantallas y… aparatos para poder rastrear a los villanos.
—Yo tengo a mis animales marinos que hacen eso mismo. No veo problemas.
—No, no, si tienes razón. Esto es… más ecológico.
—Siento no tener tantos juguetitos como Batman… Pensé que te gustaría saber dónde paso mis días.
—Y me gusta, Aquaman. Lo siento, no sé por qué he sido tan fría contigo.
—No pasa nada. Este… bueno. ¿Quieres pasar la noche en mi cueva?
—Em… me gustaría, pero le dije a Superman que le ayudaría con no sé qué problema que tenía.
—Oh. Está bien.
—No es por ti, Aquaman. Nos vemos, ¿vale?
—Claro, sí. Yo me quedaré por aquí… redecorando.
—Adiós.
—Adiós.
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