Mermay día 2: Géiser
- Jone Vicente Urrutia
- 2 may 2021
- 1 Min. de lectura
Era un plan sencillo y, a decir verdad, no muy pensado. Pero ¿quién necesitaba detenerse en detalles cuando podían estar ante el mayor descubrimiento del mundo de las sirenas? No había tiempo que perder.
Esperaron a que sus padres se durmieran. Esa era, en realidad, la clave del plan. Nunca habían aguantado despiertos tanto tiempo, pero la adrenalina que les inundaba el cuerpo hizo milagros aquella noche.
Moviendo sus colas lo más silenciosamente posible, los dos hermanos salieron de la gruta donde vivían y se dirigieron hacia su destino planeado. Por suerte, o algún tipo de gracia divina, no se encontraron a ningún guardia en su camino.
Ahí estaba: tras un par de horas desplazándose por el agua habían encontrado la salida. O la entrada. No tenían muy claro todavía cómo clasificarla. Era, según creían, su salida del Reino, su escapatoria a nuevos y más interesantes mundos. Por tanto, a su vez, también era la entrada a una nueva vida.
Apartaron con ilusión los corales que actuaban como barrera. Se miraron para comprobar que no había dudas de última hora y, en cuanto asintieron con sus cabezas, procedieron a adentrarse en el túnel.
Nadie pudo explicarse por qué aquel día el géiser más grande de Yellowstone desprendió un inconfundible aroma a pescado frito.
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