Volar siempre había sido su sueño. Esto no lo era.
Pero se le acercaba.
La velocidad. El agua cada vez más fría moviendo sus cabellos. Las burbujas. Las risas. Unos gritos ahogados por la sangre en sus orejas. La adrenalina que invadía su cuerpo. Nadar donde ninguna otra sirena había ido.
Y, de repente, el final en seco.
—¿Ya han pasado los dos minutos?
—Así es. Si quieres montar en la manta otra vez te tienes que poner en la cola y volver a pagar.
Dudó un poco… pero volvió a la cola.
Esto no era volar.
Pero se le acercaba.
Comments