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Foto del escritorJone Vicente Urrutia

Mermay día 6: Manatíes

Por fin lo había logrado. Habían sido siglos de investigación y experimentos; de muertes y mutaciones genéticas; de gritos y llantos. Pero ahí estaba: durmiendo apaciblemente, preparado para salir a la inmensidad del océano liderando su ejército.


Tlaka estaba orgulloso de su creación que, en su no tan humilde opinión, estaba destinada a ser el siguiente paso en la evolución de las sirenas. De momento, se conformaba con tener a su disposición a una máquina de matar. Un cruce perfecto entre una sirena y un elefante.


Su primer objetivo: algo sencillo, para probar sus capacidades. Tal vez matar un pequeño animal marino. Los humanos podrían esperar.


Lleno de anticipación, Tlaka despertó al animal. Abrió las compuertas que lo encerraban—toda precaución era poca cuando se trataba de esa máquina de matar—y observó los movimientos decididos del ser, saliendo lentamente de su sueño.


El animal se acercó a sus víctimas, un par de pececillos nadando despreocupadamente, y abrió su enorme boca. Sus movimientos eran más lentos de lo que a Tlaka le hubiera gustado, pero, pensó, eso haría más dramática la violencia.


Por fin parecía que los iba a matar…pero se giró y comenzó a comer unas algas marinas.


La decepción golpeó a Tlaka.


Otro experimento fallido.


Aunque tal vez podría conservarlo como mascota. Al fin y al cabo, toda sirena necesitaba un fiel compañero, una enorme e inútil máquina de lentos movimientos y mejor corazón que el suyo.

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