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Foto del escritorJone Vicente Urrutia

Mermay día 7: Coral

El Reino de las sirenas estaba delimitado por la Gran Barrera de Coral, mucho mayor y eficaz de lo que los estúpidos humanos pensaban. Se extendía a lo largo de todo el océano y funcionaba perfectamente para mantener los peligros de la vida marina fuera del Reino—y, también, consecuentemente, para mantener a las sirenas dentro.


Pero Tisha nunca se había dejado desanimar por este hecho. Sabía que tenía que haber algo más fuera de la Barrera. Las historias de sirenas que habían muerto intentando escapar solo servían para motivarle más. Estudiaba esas historias, las analizaba detenidamente: ella no sería un nombre más en una lista de sirenas estúpidas.


El mayor problema a considerar era que las salidas conocidas no estaban hechas para la fisionomía sirénida. No pasaba nada: Tisha tenía un plan.


Los corales que la aprisionaban serían su billete de salida.


Escapando de sus labores familiares, Tisha había estado trabajando todas las tardes en una armadura de coral. Semana tras semana, las horas se le escapaban moldeando el coral para ajustarse a su cuerpo.


Por fin, el día de la huida llegó. Con la armadura puesta, su imagen sería cómica si no fuera tan importante. La armadura apenas le dejaba respirar. Tal vez era porque los pulmones se le hinchaban de anticipación.


Salir del Reino fue mucho más fácil de lo que jamás hubiera pensado.


Salir de su armadura de coral, sin embargo, fue imposible.


Nadie creyó a los pescadores cuando mostraron al mundo los huesos envueltos en coral de un ser mitológico. Todos pensaron que era un fraude. Un ser más en la lista de fraudes decimonónicos. Un nombre más en la lista de sirenas estúpidas.

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