Respirar se vuelve difícil por momentos. El doctor nunca me explicó exactamente lo mucho que dolería el proceso. Cada vez que inhalo aire, una oleada de calor quema mis pulmones, como si fuera un fuego infernal que quiere destruirme por dentro. Supongo que será normal que mis pulmones de mamífero sean la primera cosa que vaya a cambiar. Me pregunto si moriré en algún momento durante la metamorfosis, si, cuando mis órganos vitales fallen al transformarse, dejaré de existir. En realidad, ni siquiera sé si estando vivo seguiré siendo quien fui. Me gustaría pensar que sí, que después de cambiar seguimos siendo más o menos los mismos. Pero no lo sé.
Mientras mis pulmones se convierten en branquias, otro cambio doloroso lo noto en la piel. Cada fibra de mi cuerpo parece vibrar, escocer, picar… Quiero arrancarme la piel a mordiscos. Quiero dejar de sufrir a base de dentelladas. Las escamas que están envolviéndome en un frío abrazo me hacen retorcer de dolor.
¿Por qué accedí a este experimento? ¿En qué momento decidí despojarme de todo mi ser? El amor por la ciencia no me parece ya suficiente.
Ojalá pudiera parar la metamorfosis.
Ojalá pudiera volver a ser humano.
Ojalá pudiera salir de este laboratorio.
Ojalá pudiera sumergirme en el agua fría y sentirme vivo.
Ojalá pudiera acabar con esta raza inferior, terrestre.
Ojalá pudiera acabar con esta sed de sangre.
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