—Como ves, la motosierra es mucho más ruidosa, pero más eficaz. Mira lo rápido que se desmenuza el cuerpo, como si estuviera hecho de papel. ¿No te parece una obra de arte?
—Creo que prefiero los cuchillos, papá. Son menos sucios.
—Pues claro que son menos sucios, pero ese es precisamente un encanto de las motosierras: notar las vísceras viscosas resbalarse en la piel, regodearse en cómo la sangre te calienta levemente, percibir los últimos latidos de los órganos acallarse.
—Pero papá, ¿no dejaremos demasiadas pruebas con la motosierra?
—Cariño, si no hay cuerpo, no hay delito. Y esa es otra ventaja de la motosierra: podemos descuartizar el cuerpo en trocitos pequeñitos y deshacernos de las pruebas. Además, las vísceras las podemos cocinar después de limpiar las partes más grandes.
—¿No vendrá nadie, con todo el ruido que hemos metido?
—Por eso hemos elegido este almacén. Tienes que dejar de preocuparte tanto. Anda, acércate, ya va siendo hora de que aprendas a cortar con motosierra. Pesa un poco, pero con el tiempo harás músculo.
Efectivamente, el aparato pesaba demasiado para sus menudos brazos. Cuando su padre tiró de la cadena, encendiendo de nuevo la máquina, no estaba preparado para la fuerza con que se despertó. Trató de controlarla infructuosamente, y acabó por clavarla en la pierna del cadáver con poca gracia.
—Ya aprenderás, tal vez era demasiado pronto. — mientras decía estas palabras decepcionado, su padre le quitó de las manos el arma.
Ya aprendería.
תגובות