Por fin había llegado el día: martes y 13 de octubre del último año, 2020. El día propicio para empezar el ritual. El día más maldito de la historia de la humanidad. Por fin.
Había esperado tres siglos a que llegara el día, preparándose concienzudamente: estudiando los libros arcanos, recogiendo ingredientes, recitando conjuros… Todo había sido un entrenamiento para el día de la verdad. Para el comienzo del fin.
Se levantó de su sillón con el tomo de hechicería que había estado releyendo en la mano. Con paso firme, se acercó al caldero mágico y observó el rítmico movimiento de las burbujas que, tomando turnos, levitaban un instante antes de estallar y retornar al espeso líquido que las había creado.
Solo quedaban dos ingredientes más y la química haría el resto. El Apocalipsis comenzaría desde la comodidad de su salón. Así estaba escrito, y ella no iba a ser quién para dudar de la profecía.
Lograr los últimos ingredientes había sido difícil: encontrar dos políticos honrados a sacrificar se había convertido en toda una odisea. Le había costado tanto llegar a este instante que cuando echó los ingredientes al caldero notó un hueco en su corazón, como si se hubiera desprendido de un trozo de su alma.
En cuanto entraron en contacto con el espeso líquido, comenzó la reacción química. Se apartó un poco para dejar que la magia hiciera su trabajo.
Ahora era solo una cuestión de ver el mundo arder.
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