Spooktober día 25: Luna

Era, desde luego, una sensación extraña: observar en silencio la tierra desde la soledad de la luna. El cambio de perspectiva le parecía aterrador, y, sin embargo, una visión familiar para la que se había preparado toda su vida.

Tal vez no era la perspectiva lo que le aterraba. Tal vez era su absoluta soledad, o el contraste con un mundo a rebosar de personas que conocía y le querían. Tal vez era la comprensión de que nunca volvería a pisar ese mundo. Tal vez la desesperación de no poder hacer más que esperar.

¿Esperar a qué? Solamente a la muerte, que llegaría lentamente en algún momento. Y, hasta entonces, podría mirar la belleza de su hogar. Sería una muerte poética. Le llegaría cuando menos la esperase. Hasta ese momento, estaría embriagándose de hermosura y soledad.

Por fin había cumplido su sueño. Nadie nunca lo sabría. Oficialmente, ya había muerto con la colisión del cohete. No había rescate planeado y eso, a pesar de helarle los huesos, le hacía apreciar mejor lo bonito que era el universo.

Sí: su muerte llegaría lentamente. Era un regalo. Era, por fin, un momento de belleza y paz.