El tacto es frío, liso, como si alguien hubiera tomado su tiempo en pulir la superficie. La verdad es que me parece demasiado cuidada, demasiado pulcra, considerando cómo me fui. Me gustaría que se desmoronara, que fuera una de esas al fondo del cementerio, olvidadas por su familia, llenas de telarañas, convirtiéndose en polvo poco a poco.
Mi tumba es demasiado elegante. Refleja de manera incorrecta lo que mi familia realmente pensaba de mí. Para un visitante ajeno a mi historia, parecería que fui una niña querida. Probablemente pensarían en lo devastada que estaría mi familia con mi pérdida. Mi tumba está demasiado bien cuidada como para sospechar que fueron ellos los que me mataron. Es demasiado elegante y cara como para siquiera comenzar a plantear la duda.
No me gusta mi tumba, porque nunca me hará justicia.
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