Visión

No tenía mucho sentido tratar de vislumbrar algo en la penumbra. Las escasas luces de gas crepitaban levemente, sin llegar a alumbrar nada preciso. Sin embargo, con sus ojos entrecerrados, buscaba formas, caras familiares—algo que le diera una pista, una señal sobre dónde estaba.

Su cara apareció de la nada. Blanca como un fantasma, casi translúcida. Sus facciones, tranquilas; sus ojos, abiertos—sin pestañear.

¿Era una visión? ¿Un espectro vengativo?

En la oscuridad solo veía su cara, levitando. El silencio invadía el espacio donde se encontraba, y nada parecía alterar las pacíficas facciones del espectro.

El miedo que sentía se estaba comenzando a disipar, tal vez por la tranquilidad que rezumaba aquella nívea cara.

Por eso, cuando la mano helada del espectro atravesó su pecho como si fuera una espada, su muerte no le encontró asustado, sino con la misma paz que la cara espectral le había transmitido.